El día que actué en Titanic.
Si me conocés, o anduviste por la web, sabes que soy hijo de comerciantes.
El negocio, está pegado a la casa de mis viejos, y a alguien se le ocurrió que, estaría muy bueno, que los techos de chapa no se vean, y que todos vayan a parar a una sola canaleta.
Aunque no lo creas, esto se convirtió en moda.
Hoy en día se sigue diseñando así.
Esa misma persona decidió que el lavadero quede en el medio de la casa, encerrado, sin ventilación, y mucho menos, iluminación natural.
Era un cuarto aterrador, húmedo, oscuro.
De chico, hacía todo lo posible para no entrar ahí.
Ahora de grande, también.
Un día cualquiera de 1991, llovió, llovió mucho, y en poco tiempo.
Y la canaleta, que estaba justo arriba del cuartucho, cedió.
Eso te lo puedo decir ahora.
En ese momento, para un niño de seis años, era una escena de terror.
Me desperté con los gritos de mi vieja llamando a mi viejo, fui hasta la cocina y me quedé helado.
No se cuánta agua sería realmente, para mí, en ese momento, era Titanic.
Desde aquellos tiempos, mis viejos venden secadores de piso.
Teníamos uno cada uno, y ni así pudimos parar el agua.
Llegó hasta el living/comedor.
Mas de 3 horas duró la joda.
Sí.
Como la película.
Ahora, viene la parte menos divertida
El susto, se hizo trauma, y duró hasta la adolescencia.
2×1 de quilombos. El miedo a los truenos, y tener que ocultar que era un grandote de metro ochenta y largo, que le tenía miedo a las tormentas.
Recuerdo mirar a mi vieja con mi mejor cara de odio, cada vez que me dejaba en la escuela, y refusilaba.
Si en casa no había estado seguro, imaginate lo que podía pasar ahí.
Pase mañanas y tardes enteras tapándome la cabeza con la almohada, y el radiograbador al mango.
Miré al cielo cada día, antes de ir a cualquier lado, hasta casi, la mayoría de edad.
Si había nubes, había angustia.
Pero los miedos, cuando les das la vuelta, te hacen mejor.
Si lo usas bien, se vuelve una armadura.
Si le das la mano, en vez de intentar ahuyentarlo, sigue estando ahí.
Pero ya no molesta.
Por suerte de adulto, pase tormentas feas, sin temer ni un poco, lo que temía ese niño.
Decime cabeza de ingeniero, básico, rudimentario, pero primero, que funcione.
Después, que sea lindo.
Siempre.
Sin excepción.
Es absurdo una fachada un poco más linda, a cambio del riesgo, de que se moje tu vida.
Y a cambio del trauma de un hijo, ni te cuento.
Te lo digo como profesional, y niño asustado.
La casa, de afuera, la vas a mirar el primer mes, con suerte.
Después te acostumbras, y lo único que te importa, es que funcione, y que no lleve mantenimiento.
Todos los techos de mis proyectos, dejan que el agua caiga libremente, y si suma muuucho al diseño esconderlo, la canaleta queda afuera igual.
En un semi cubierto.
Porque si te olvidas de darle mantenimiento por diez años, y un día falla, me gustaría que tus hij@s sigan su vida normal.
Y jamás conozcan, el trauma de las tormentas.
No lo hago de ingeniero.
Lo hago para que ese niño, asustado, tenga su capa, su espada, y se sienta un justiciero.
¡Que tengas un gran día!
